Hace unos días estuve en el país del cual soy originario (C-), visitando a mi familia. Este es un país empobrecido por casi 65 años de un régimen totalitario que engañó y utilizó a todos… bueno, realmente muchos siempre estuvieron claros de qué se trataba aquel engendro desde el principio.

Allí el acceso a internet es extremadamente limitado (y vigilado), por lo que durante esos casi 20 días no estuve en contacto con el “contenido” que normalmente estoy (algunos pocos canales de Youtube y varios blogs). Este tiempo fue suficiente para, de algún modo, apartarme de la influencia que en mí generan estos y empaparme un poco más del modo de pensar y actuar de familiares y viejos amigos (los pocos que quedan). Este intercambio de ambientes e influencias lo acabo de percibir ahora mismo leyendo este post de Protesilaos, y es tan curioso que no he podido dejarlo pasar.

Como ya he mencionado, allí las condiciones económicas no son las mejores, con salarios medios alrededor de los 25 dólares mensuales y una crisis sistémica que va a peor cada día. Por supuesto, existe una falta de claridad absoluta en la mayoría de la población a la hora de discernir las causas de los problemas (felizmente nos vamos esclareciendo)… mucho menos de cómo enfrentarlos. Ése es precisamente el efecto del totalitarismo empleado por tan largo tiempo sobre las personas:

(…) a los [gobiernos dictatoriales] les interesa el ejercicio del poder autoritario y nada más que ejercitarlo (y a menudo robar); a los [gobiernos totalitarios], en cambio, aunque también suelen robar, les importan las ideas que ellos consideran verdades absolutas y por eso hacen esfuerzos inauditos para inculcárselas al público. ¿De qué manera? Convenciéndolo, a través de propaganda, que aquellas ideas son las suyas propias, las que el pueblo ha estado siempre anhelando aunque no lo supiera de una manera clara, algo que, ahora, el régimen, mediante su empeño pedagógico, le permitirá entender de modo diáfano. Y tanto más irrefutable que todas las ideas contrarias a aquellas que esgrime para justificar su política quedarán abolidas, sin vías de expresión posible, censuradas en los medios de comunicación, erradicadas de los planes pedagógicos, condenadas en las aulas universitarias, el los libros, revistas, periódicos, radios, canales de televisión.

Mario Vargas Llosa, La llamada de la tribu, página 129.

El caso es que de tantos años viviendo con anhelos y añoranzas reprimidos, el sueño de nuestros niños, jóvenes, adultos y ancianos es emigrar hacia países desarrollados, donde han visto a otros familiares y amigos progresar, tener casa, carro, vacaciones, iPhone, Mac, comida, donde no se hacen colas interminables para comprar pan, ni cortan la corriente por varias horas al día.

Allí todos soñamos con ser ricos, viajar, ayudar a nuestras familias (incluso traerlas a vivir con nosotros en otros países) y tener una vida de lujos. Allí no importa la contaminación del medio ambiente, el feminismo, black lives matter, la pobreza y hambre en África, etc. Ya tenemos suficientes problemas, o mejor dicho, tenemos un umbral muy elevado que sólo permite pasar aquel que incida directamente sobre nuestra supervivencia (buscar comida) y servicios básicos (buscar energía y medicinas).

Es decir, se vive en un régimen totalitario, pero con aspiraciones consumista, lo que no es compatible. Se vive con aspiraciones a tener el carro del año, el último iPhone, Apple Watch, Mac, iPad, AirPods, tenis Jordan y ropa de marcas… a lo latino.

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Sin embargo, cuando entro de este lado del atlántico y comienzo a leer los posts que fueron publicados en mi ausencia por los blog que acostumbro leer, me encuentro con la situación contraria. Las personas detrás de ellos viven en democracia, pero no tienen aspiraciones consumistas. El post de Protesilaos mencionado anteriormente es un buen ejemplo.

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