En el post anterior expliqué que no creo que la vía común de intercambiar mi tiempo por dinero se ajuste a cómo me veo en un futuro. Pero, ¿cómo me veo en un futuro?
Por supuesto que en muchas ocasiones, como los niños, ves algo que te enamora y dices “Yo quiero hacer eso”, pero generalmente al poco tiempo ya es agua pasada. Entonces, cómo estar seguro que un objetivo hacia el cuál dirigimos nuestra vida, en ocasiones sin camino de regreso, es en sí algo que realmente queremos hacer y no algo que nos enamoró de forma pasajera.
La única forma certera de saberlo es probando. Dirigirse en esa dirección y si luego de cierto tiempo no te sientes tan realizado como creías que estarías, pues evidentemente no es esa actividad que estás haciendo o el estilo de vida que estás llevando lo que te hace sentir realizado como persona. Claro, en este caso significaría que, o bien sigues hacia adelante ya con ese proyecto o simplemente cambias de rumbo nuevamente.
En ocasiones cambiar de rumbo nuevamente no es fácil, ya que puedes haberte sometido a un nivel de compromiso con otras personas o instituciones demasiado grande como para abandonar el barco. Pero también, por otra parte, seguir hacia adelante con algo que no encuentras placentero y sí insignificante para tu desarrollo como ser humano puede ser aún más complicado y en ocasiones miserable.
Hay objetivos y direcciones hacia los cuales dirigimos nuestra vida que son algo abstractos y a pesar de ser evidentes no los vemos con claridad en un principio, como por ejemplo la independencia económica. Como ya tenemos programado en nuestro cerebro desde que somos pequeños que hay que trabajar hasta los 65 años para luego disfrutar de los aproximadamente 10 que nos quedan en El reino de este mundo, sin trabajar, entonces puede que nos cueste imaginar que son posibles otros caminos. Sin embargo, cada vez es más evidente que los modelos sobre los que están construidas las sociedades modernas (al menos occidentales) deberían inevitablemente dirigirnos hacia un punto donde no hayan fondos para mantener las pensiones de los trabajadores cuando llegan a edad de jubilación, y esto posiblemente suceda en mi generación.
Entonces, si bien puede que haya algunos, si es que alguien lee esto, que piense que es una locura cambiar la actitud hacia la vida y perseguir la independencia económica (frugalidad es un mejor término quizás), yo pienso que es lo que cada persona debería hacer. El por qué es muy simple: No pierdes nada persiguiendo la libertad económica, y si tienes mucho que ganar. Imagina que cuando tengas 65 años dicen que ya la edad de retiro no es a los 66 porque no alcanzan los fondos, sino que ahora es a los 80. Llorar es lo mínimo que me daría deseos de hacer en ese momento.
Una de las preguntas más fundamentales, pero a la vez más complejas, y que la mayoría de las personas no se hace seriamente dedicándole tiempo para pensar al respecto, es “¿Qué quiero ser?”. Si alguien lo tiene claro, entonces es muy sencillo, sólo basta con trabajar en esa dirección y llegarás de seguro. Una parte muy pequeña encuentra la respuesta a esta pregunta de casualidad, y se ven un día haciendo alguna actividad que comienza a ser altamente demandada por las personas a su alrededor, abriendo así su propio negocio. Pero para muchos otros, esa es aún una pregunta sin respuesta, a pesar de que le dedique tiempo para reflexionar. Y el problema radica en la actitud y el punto de vista con que se aborda el asunto, porque realmente, puede ser que lo que quieras ser es nada. Si quieres levantarte cada día sin horarios, sin agendas estrictas, sin jefes, sin compromisos absurdos e insignificantes, etc., entonces lo que quieres ser es nada.
Una forma sencilla para identificar que es lo que quieres ser o hacer, por supuesto incluyendo no ser ni hacer nada, es, al menos desde mi punto de vista, reflexionar acerca de la situación siguiente. Si mañana te levantas y te dicen que el dinero ya nunca más será un problema o algo por lo que trabajar en tu vida, que ha desaparecido y que tienen todas las necesidades biológicas tuyas y de tu familia cubiertas, entonces lo que harías bajo esas circunstancias sería lo que quieres hacer en realidad. Lo que haces hoy lo haces para sobrevivir, no porque necesariamente quieres. Piensa que harías ese preciso día, en esa semana, en esos meses que siguen. Quizás en un principio sea descansar, no salir de la cama o del sofá, pero en algún momento evidentemente sentirías la necesidad de hacer algo: plantar flores en el jardín, abrir un restaurante, escribir una novela, o simplemente seguir iendo a tu trabajo actual. Por supuesto, no tiene que ser una sola cosa lo que quieras hacer, sino que puedes querer hacerlo todo, en este caso comenzarías por lo que más te atrae y seguirías con la lista, que seguramente cambiaría a lo largo del camino, hasta que la fuerza te abandone.
En lo personal creo que lo que yo quiero hacer es nada, y a la vez todo.
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