No es necesario estar muy al tanto de las noticias para saber sobre los problemas medioambientales que enfrenta el planeta, y existenciales que enfrenta la humanidad. Existe hoy tanto flujo de información que es muy difícil escapar a ella. Incluso si decides darle la espalda a los medios de difusión masiva, lo encuentras en redes sociales. Si decides no utilizar redes sociales lo encuentras en Odysee o YouTube. Si no te lo comenta el vecino, el amigo, o lo ves en publicidad en la calle de camino a la casa. El caso es que todos sabemos sobre el cambio climático, las guerras, los asesinatos, asaltos, etc., en mayor o menor medida.

Para mayor complejidad, existe la versión oficial dada por los gobiernos a sus ciudadanos por un lado, y por otro las versiones alternativas generalmente catalogadas como teorías conspirativas (o subversivas, dependiendo de país). Están los puntos de vista de derechas y los de izquierdas, los de oriente y los de occidente, los feministas y los hombristas, los de la comunidad LGBTIQ+ y los que se oponen, las religiones y los ateos: todos en huracanado revuelo y exorbitante lucha.

Si algo es cierto en estos temas es que no hay medias tintas, cada quién puede tener su punto de vista, pero verdad sólo hay una: o es sí o es no, o está bien o está mal. Pude incluso que ninguna de las partes esté defendiendo íntegramente la verdad pues no sean capaces de identificarla, pero eso no quita su unicidad.

La gran pregunta entonces es ¿cómo identificar quién tiene la razón y a quién deberíamos creer? Y sí, ¿por qué deberíamos creer a alguien en primera instancia? también es una buena pregunta. Si no te interesa el tema de discusión o este es simplemente filosófico, pues no pasa nada en desconectar y concentrarte en algo que lejos de aportarte estrés te plazca. Hay caminos que no llevan a ninguna parte, y saber identificarlos puede ahorrarte mucho tiempo en la vida. Sin embargo, hay ocasiones en que identificar quién tiene la razón podría influir directamente en tu vida. Podríamos tomar como ejemplo a los movimientos anti-vacunas, a los que plantean que todo se está perfilando para el llamado Gran Reset, o aquellos que plantean que los trazos dejados por los aviones en el cielo no son producto de la condensación sino aerosoles dañinos para la salud que están siendo dispersados para enfriar al planeta. Saber quién tiene la razón en estos casos pude ser determinante.1

Pero supongo que nada de esto sea nuevo, siempre debió de haber estos problemas, sólo que yo los estoy viendo y enfrentando ahora, agravados por redes sociales y medios de comunicación extremadamente rápidos.

Las cartas sobre la mesa

Está bien, entonces planteemos los caminos posibles a seguir para poder seleccionar el adecuado.

(1) Las teorías conspirativas, conspirativas son. Esto quiere decir que los medios de comunicación presentan la verdad sin influencias de ningún tipo. Pues entonces lo que haríamos es seguir adelante con nuestra vida como si nada hubiese sucedido, cómo si nunca nos hubiésemos enterado de nada. De no hacerlo y caer en el juego de las conspiraciones estarías degradando tu salud mental y perdiendo tu tiempo en cosas que no son verdad.

Lo que pasa es que evidentemente, los gobiernos y los medios de difusión masivos no velan generalmente por las personas, sino por sus propios intereses. Esto genera ya de por sí desconfianza.

Por otra parte (2) Las teorías conspirativas, conspirativas no son. Esto quiere decir que los gobiernos y organizaciones están creando un gran mal. Entonces ¿qué hacer? ¿Sería mejor dedicar la vida a luchar, o sería mejor aceptar las cosas y adaptarse? ¿Sabes que sólo tienes alrededor de 4000 semanas de vida? ¿Las emplearías en estar estresado, malhumorado y preocupado en la lucha?

Una vieja verdad

Las decisiones en este mundo son tomadas generalmente por personas mayores, que llevan demasiados años alejados de la realidad de la persona común y corriente (si es que alguna vez estuvo cerca de ella). Pero lo peor es que las personas comunes y corrientes, tenemos que regirnos por las decisiones que esas otras personas con poder tomen por nosotros (bien o mal intencionadas por igual). La mejor forma que tenemos de influir en estos temas es apoyar organizaciones que luchen contra los asuntos que nos preocupan o y no apoyar a las que los favorecen. Ir más allá y estar todo el día al tanto de todo lo que hizo fulano o mengano, molesto, triste, serio, enojado, no vale la pena. Recuerda que sólo tenemos unas 4000 semanas de vida, a esos que nos vaya bien, a los que no muchas menos.

Finalmente

(…) Me estoy dejando robar, es el precio,
Está caliente la caliente,
No se sabe na’ de na’, y to’ con to’ resuelve cayendo,
La jugada de medio lado y yo más profundo que nunca,
Metaforizándome la vida pa’ que me nazca más linda,
Y que me den la mala que yo voy con to’
Arrabalero (…) como palo pa’ candela pa’ arriba del lío (…)

—Kamankola, “Como palo pa’ candela”, Álbum Hasta precisar el aire.

Decir más sería redundante cuando menos, pero unas palabras propias son necesarias. Mucha vista, sentido común, estar al tanto de las cosas y apoyar lo que crees sin hacer de ello parte importante de la vida, y concentrarse en lo que de verdad nos importa. Una vez que caiga el balcón, si es que cae, juégala para caer parado.

Valora imparcialmente los datos de una u otra parte, pero siempre sabiendo que la ciencia de hoy en día no es exacta, y muchas cosa se hacen detrás de bambalinas para publicar un paper. Lo dice alguien inmiscuido en el asunto 😉, y que no ha visto intereses económicos fuertes de por medio más allá de adicionar un paper más al currículum.

Notas


  1. Los casos incluidos son, por supuesto, algo extremos y solo sirven para ilustrar. ↩︎

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